viernes, 5 de febrero de 2010

33ª America´s Cup: Señores y Truanes


En 1988 La Copa América fue casi tan turbulenta como esta. Los equipos de EEUU y Nueva Zelanda compitieron con barcos diferentes, un catamarán de 18 metros y un monocasco de casi 40. Tuvo que aplicarse el Deef of Gift ante la imposibilidad de poner de acuerdo a ambos contendientes, y Nueva Zelanda presentó demanda contra el equipo americano en los tribunales. La resolución judicial salió depués de que Dennis Cornner ganara la Copa para Estados Unidos en dos regatas. La sentencia dio la Copa a Nueva Zelanda, pero tras una apelación, se la devolvió a los americanos. El próximo 25 de febrero se celebrará la vista por la presunta ilegalidad de las velas del Alinghi.


La Corte Suprema de Nueva York ha fijado para el próximo 25 de febrero la sesión en la que el demandante, el GGYC, y el demandado y contra demandante, la Sociedad Náutica de Ginebra, deberán exponer sus argumentos en torno a la denuncia del BMW Oracle sobre la presunta ilegalidad del Alinghi suizo, por el lugar de la fabricación de sus velas.
La fecha era dada a conocer por el Club de San Francisco en uno de sus comunicados en su página web en inglés, donde se lamenta, que se realicen las regatas en el mar antes de que se realice la resolución judicial sobre la demanda presentada, y que Alinghi no haya accedido a negociar una ‘solución pactada’ antes de las regatas.
¿Qué pasaría si Alinghi gana en el mar y luego es descalificado en los tribunales?
Los enfrentamientos judiciales de esta 33ª America´s Cup han removido toda la historia de la copa América y a toda la opinión pública, pero esta no es la primera vez que los abogados son tan importantes como los regatistas, ni que sean los tribunales los que decidan quien ha ganado la Copa después de la competición.
Solo por recordar uno de los casos más cercanos en el tiempo, cabe citar lo que fue la Copa América de 1988.
En 1988, el Stars & Stripes, del del Club Náutico de San Diego, de Estados Unidos, al mando de Dennis Cornner, vencía al New Zealand, del Club Náutico Mercury Bay, gobernado por David Barnes en una competición, por lo menos, tan turbulenta como esta.
Nueva Zelanda decidió retar al sindicato americano cuyo patrón, Dennis Cornner había sido el primero en perder y recuperar la Copa para su país, en una interesante apuesta que retomaba los orígenes de la Competición. Los neocelandeses estaban dolidos con el sindicato americano por el trato recibido en al anterior Copa de 1987 y se jugaron el todo por el todo en una singular apuesta, un reto, que se producía tan solo un año después de que el equipo americano hubiera derrotado al Kookaburra III de Australia.
Y ¡como no!, al final y ante la falta de acuerdos, se volvió, como en la presente edición, al documento fundacional, al Deef Of Gift. Como entonces, cada equipo resolvió sobre el diseño de su barco. Los Neocelandeses presentaron un monocasco de impresionante longitud, casi 40 metros de eslora, con 32 tripulantes, que recordaba demasiado bien a experimentos como el antiguo ‘Reliance’ americano de 1903. El equipo americano de Dennis Cornner apostó más fuerte todavía y se presentó con un catamarán de apenas 18 metros de eslora y 8 tripulantes. El dueño del equipo neocelandés, Michel Fay demandó al sindicato americano por la utilización de un catamarán y, como ha sucedido en esta edición, la demanda quedó pendiente de resolución judicial hasta después de disputarse la Copa en el mar.
En aplicación del Deef of Gift, la competición se disputó al mejor de tres regatas, de 40, 39 y 40 millas, comenzó el 7 de septiembre, pero solo fueron necesarias dos, ya que El Stars & Stripes, del Club Náutico de San Diego, ganó ‘de calle' las dos primeras.
Cuando finalmente el tribunal dictó sentencia, a favor de la demanda de Michel Fay, la copa pasaba a manos del equipo neocelandés pese a haber perdido en el mar… pero el equipo de San Diego apeló y la resolución definitiva fue favorable al equipo americano. La Copa de las Cien Guineas ‘volvía a casa’ y es que los americanos nunca han perdido un enfrentamiento judicial.
Desde que en 1995, en que los americanos del Club Náutico de San Diego perdieron la Copa contra Nueva Zelanda, Los Estados Unidos no habían conseguido tan siquiera ganar el derecho a competir en la final de la Copa América, por el ‘procedimiento normal’ porque no habían conseguido superar la fase previa de clasificación. La última de ellas fue la Copa Louis Vuitton de Valencia 2007, donde todo su mérito fue el de poder disputar las semifinales, contra el Luna Rossa Italiano, contra el que perdieron; mientras, Nueva Zelanda, el equipo mejor situado en la general de la Louis Vuittón, elegía como oponente al Desafío Español y lograba su objetivo de proclamarse desafiante oficial del Defensor, el Alinghi suizo. El defensor, Alinghi, ganó al desafiante, Team New Zealand, por 5 victorias a 2.
Sin duda alguna, esta Copa América ha sido un cúmulo de despropósitos; en muchos casos de chapuzas, interpretaciones, sin razones, y sobre todo, de una larga y espinosa campaña judicial.
Pero esta Copa no es tan diferente a muchas otras. No hay equipo defensor que no esté dispuesto a sacarse un ‘conejo de la chistera’ para manejar las normas a su favor, ni desafiante que no esté dispuesto a jugarse todos los golpes de efecto que le sean válidos para ganar la apuesta, y al BMW Oracle, también se los han puesto en bandeja.
Cuesta trabajo encontrar una sola Copa América donde no hayan estado presentes tanto los abogados como los regatistas. Señores o truanes, la historia ha sido un poco la misma desde que El América llegó a Gran Bretaña en 1851, dispuesto a ‘sacarle los cuartos’ a los ingleses apostando contra ellos. Ha sido una historia llena de picaresca, de ‘mentiras a medias’ o ‘medias verdades’, de golpes de mano, de guerra psicológica, de amenazas veladas, o no tan veladas… Pero ¿qué tiene la Copa que sigue encandilando a navegantes y países desde hace 160 años?
Bien mirado, la Copa América de 1988 si tuvo una consecuencia positiva. Ante tanta sin razón, tanto lío y tanto enfrentamiento ‘desigual’, se gestó un principio de acuerdo entre países y diseñadores para potenciar una Copa América basa en desafíos similares, sin frenar la investigación y el desarrollo tecnológico que convierten a esta competición en el mejor banco experimental de pruebas de la industria de la navegación. Fue a partir de entonces cuando nacía la Internacional America's Cup Class (IACC).
EMC
(fuente fotografías de Webs del BMW Oracle y Alinghi (C. Borlenghi))